sábado, 26 de marzo de 2011

LO SOCIOPOLÍTICO COMO EXPRESIÓN DE LA CIUDADANÍA

El concepto de sociedad civil emerge en la historia como ruptura con un poder absoluto y es expresión de la pluralidad, la diversidad y la diferencia en las sociedades. Está ligado al surgimiento de la era moderna y la complejización de las sociedades que se hacen urbanas.

En los burgos es un estamento, clase o grupo social quien lidera este proceso (el desarrollo del capitalismo es una consecuencia de esta nueva etapa o viceversa).

La sociedad civil a través del sistema político tiene que buscar un nuevo pacto, democratizar el Estado y mantener canales de comunicación inclusivos con los ciudadanos. Para lo que se requiere una descentralización funcional y una gestión transversal del estado en relación a la sociedad a los efectos que se fortalezca la participación ciudadana y la radicalización de la democracia.

Una posible alternativa a fines de siglo XX, está por un lado en la construcción de un estado social en la responsabilidad política y mixta en la ejecución de algunas políticas públicas; por otro en buscar consolidar una sociedad de bienestar donde lo público no se agota en lo estatal recreando el ser ciudadano como actor de derechos y deberes abierto a la aldea global desde la polis local.

Lo público adquiere la significación de un espacio dinámico en el que se interaccionan distintos actores estatales, de la comunidad y el mercado con una lógica y objetivos comunes.

Se requiere una nueva cultura de relacionamiento y concertación entre estado y sociedad que promueva la inclusión y no siga produciendo exclusión masiva. La percepción del estado ausente ha generado la necesidad de la participación ciudadana en la construcción de las políticas públicas, y ello debe verse como favorable y no solo como negativo posibilitando un mayor compromiso de la gente para una sociedad más justa en diversidad.

La ciudadanía, en perspectiva de futuro
Puede decirse que el concepto de ciudadanía muestra en nuestros días una considerable 'vis expansiva', tendiendo constantemente a ampliar su sentido, contenido y alcance. Ha pasado de tener una connotación 'excluyente' a poseer una 'incluyente'. La idea de ciudadanía se hace cada vez más 'social', y por ello menos estrictamente jurídica y política.

En nuestros días empieza a alumbrar la posibilidad de que la ley estatal no sea la única fuente de ciudadanía, y de que ésta no dependa de la nacionalidad. El progreso de la conciencia colectiva, el propio desarrollo de la democracia, cada vez van a exigir más que la dotación y posesión de derechos no dependa de la nacionalidad, sino que baste la simple pertenencia a la especie humana, desbordando la secular hegemonía del Estado-nación. Desarrollo fundamental en esa dirección es la creciente disociación entre ciudadanía y nacionalidad: en el futuro ésta puede dejar de ser la condición de aquélla. La extensión del derecho de voto a los nacionales de otros estados-miembro, de momento en el ámbito local, va en esa dirección; como pudiera ir en el futuro la emergente noción de "ciudadanía europea", cuando deje de estar condicionada a la posesión de la nacionalidad de uno de los estados que conforman la Unión Europea.

Estado y ciudadanía, y los problemas del Contrato Social venezolano
Venezuela tiene problemas que no son coyunturales, sino estructurales, históricos, tales como la inseguridad, la corrupción, la desigualdad social, pobreza, que más allá de una decisión política para combatirlos lo que requiere es, prácticamente, una acción de efecto moral y educativo a largo plazo, que involucre a todos los sectores y expresiones de su sociedad.

Lógicamente, se da por descontada la decisión política. El Estado como émulo (el ciudadano también lo es, según veremos) habrá de ir al frente, como propulsor fundamental en grueso, ramificando su accionar mediante los canales a su alcance: medios de comunicación, política educativa, corpus legal, combatiendo el delito y castigando (caso inseguridad), combatiendo la impunidad (caso corrupción), propaganda, apoyo financiero, política institucional y, entre otros, sobremanera, ejemplo propio, para las situaciones donde quepa la acción moralizante conductual. Está obligado a reorientar, por ideario positivista y humanístico, por delegación contractual, su paso propio y el de sus ciudadanos, figura a quien moralmente se debe y de quien es necesaria y hasta afectada expresión. Su trabajo es extender, ejecutivamente, la alfombra de bienvenida a los deseables valores y actitudes ciudadanos, sobre unos caminos, si aún no forjados, por lo menos señalados, según en él ya se observan como principios.

Creado por: Kimberling Aguirre, Angel Bellorin y Virginia Betancourt.
Ciuadadania y Poder – Seccion N1

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