En el año 1914 durante el Gobierno del Gral. Juan Vicente Gómez se inicia el auge petrolero en Venezuela y ya para la segunda década del siglo XX los ingresos provenientes del petróleo desplazan del primer puesto a los ingresos provenientes del cacao, café, agricultura y ganadería.
El petróleo siempre fue percibido como una fuente de ingresos cuyo enfoque principal era fomentar el desarrollo de la economía nacional y maximizar los ingresos provenientes de la renta para destinar dichos ingresos al desarrollo no petrolero construyendo así actividades económicas perdurables y de carácter nacional, basado en el hecho de su agotamiento inminente y la industria petrolera poco nacional. Todo esto cambia desde la nacionalización dando un cambio radical a la política que pasa de ser una industria extranjera exportadora de crudos y de poca integración al país a una industria nacional que exporta productos con integración nacional e internacional y con un mercado que ofrece un amplio potencial de crecimiento.
En el año 1986 Venezuela junto con otros países que integraban la OPEP decide abandonar la estrategia de reducir los volúmenes para defender la renta por barril y redujo el precio para hacer competitivo el petróleo con otras fuentes de energía y el petróleo de otras regiones y esto le permite un crecimiento sostenido a la producción de petróleo en el país de 1.7 a 3.3 millones de barriles diarios entre 1985 y 1997.
Venezuela tiene toda la capacidad para ser el país suplidor de energía del hemisferio occidental, no tan solo por sus reservas de petróleo sino por sus grandes reservas de gas y potencial hidroeléctrico. Venezuela goza de una indudable ventaja comparativa en la producción de bienes intensivos en energía, en particular la de aquellos que utilizan gas como su principal insumo, al ser el precio del gas industrial venezolano uno de los más bajos del mundo. Esta ventaja se ha materializado en el hecho que las industrias intensivas en energía, y gas en particular, han crecido más que el promedio del sector manufacturero durante la última década. La producción de gas se duplicará con la de petróleo en la próxima década, y con ello el potencial de crecimiento de estas industrias. Así se diversifica la economía venezolana alrededor de los sectores en los que tiene ventajas.
En ingresos de carácter petrolero y a pesar de la disminución de la renta por el aumento de los costos por barril y la reducción de la carga tributaria ha sido compensada con el aumento de la producción. Para el año 1997, con un precio similar al de 1986 presento un aumento de 64 % respecto a 1986.
Si analizamos la importancia relativa del sector petrolero en el contexto de la economía nacional observamos que la actividad petrolera representa hoy en día el 14% del Producto Interno Bruto, es decir, de la totalidad de la producción de bienes y servicios en el país. A lo anterior debemos añadir el efecto multiplicador que tiene sobre la economía la demanda de bienes y servicios del sector para sus operaciones e inversiones. Las actividades conexas a las operaciones representan un 5% del PIB, en tanto que aquellas vinculadas a las inversiones del sector suman un 9% del PIB. Esto es, la actividad productiva petrolera en sus efectos directos e indirectos representa un 28% del valor agregado anual en la economía nacional.
En una visión concluyente hasta nuestros tiempos, a pesar de los progresos en la producción de petróleo y de igual forma el aumento de los ingresos para la nación se observa el mismo modelo de política petrolera pero ahora mas que nunca el de una economía netamente monoproductora que a su vez se resume en una economía frágil cuyas bases centrales son el aumento de la producción de los barriles de petróleo para así generar más ingresos que no han sido utilizados para desarrollar la industria nacional no petrolera traduciéndose esto en un país dependiente plenamente en la producción petrolera.
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